Ctrl+Z al juicio: rediseña tu mirada sobre tus primeros trabajos

 Tus diseños antiguos no dan vergüenza: son la prueba de tu crecimiento

¿Alguna vez abriste una carpeta vieja y te encontraste con tus primeros diseños? Quizá esos donde las tipografías gritaban, los colores no se entendían entre sí, o simplemente sentiste que “no sabías lo que hacías”.
Sí, todos pasamos por eso.

Y lo primero que solemos pensar es: “¡Qué horror!”. Pero… ¿y si te dijera que esa reacción no tiene que ser negativa?

Ver tus diseños antiguos no es solo enfrentarte a tus errores. Es abrir una ventana a tu evolución. Es encontrarte con una versión de ti mismo que estaba aprendiendo, experimentando, buscando una voz.

Linea de Tiempo


Tus diseños cuentan tu historia: de la crítica al reconocimiento

Cada trabajo que hiciste, aunque hoy lo cambiarías por completo, tiene algo de valor. No solo muestra tus gustos de ese momento, sino también las herramientas que dominabas, tus inseguridades, tus referentes visuales y los riesgos que te animaste a tomar. En el fondo, es una cápsula visual de tu historia personal y profesional.

Y sí, es fácil caer en la autocrítica. A veces somos nuestros jueces más duros. Pero mirar atrás no debería ser un castigo. De hecho, puede ser una de las formas más sinceras de reconocer lo lejos que has llegado.

Decir “esto lo hice yo en 2017” no es confesar una falta, es mostrar una huella. Una marca de tu recorrido. Y esa huella, con todas sus imperfecciones, también puede ser una fuente de inspiración. Porque detrás de cada trazo, hay aprendizaje. Y detrás de cada elección que hoy cuestionas, hubo una intención genuina de hacer lo mejor posible con lo que sabías.


Aprender del pasado


Lo que tu “yo del pasado” te quiere decir

Tal vez ese diseño tenía fallos. Tal vez hoy cambiarías todo: la tipografía, los colores, la composición… Pero también tenía valor. Esa versión tuya se atrevió a crear, incluso sin certezas. Se enfrentó a un cliente, a una entrega, a una crítica. Se comprometió con lo mejor que sabía hacer en ese momento. Y gracias a eso, hoy estás donde estás.

Es casi lógico; y hasta esperable, que tus diseños anteriores te parezcan menos profesionales o pulidos que los actuales. Eso no es un signo de vergüenza, sino de evolución.
Lo importante es que recuerdes cuánto esfuerzo te costó llegar hasta aquí, y que esos trabajos, por imperfectos que hoy te parezcan, en su momento fueron motivo de orgullo. Cuando los compartiste en tu portafolio, en redes o en una entrega, los mostraste con ilusión. No lo olvides.

Una forma clara de visualizar tu evolución es elegir un diseño por año. Solo uno. Y al ponerlos lado a lado verás cómo ha cambiado tu estilo, tu capacidad técnica, tu ojo crítico y tu forma de pensar las soluciones.
Es casi como mirar una línea de tiempo visual de tu crecimiento, una prueba tangible de que todo ese camino recorrido valió la pena.

Ejercicio práctico: redescubre tu camino

Haz la prueba. Abre un archivo viejo y obsérvalo con curiosidad, no con juicio. Pregúntate:

  • ¿Qué intentaba lograr aquí?

  • ¿Qué decisiones visuales tomé y por qué?

  • ¿Qué parte me sigue gustando?

  • ¿Qué cambiaría hoy, con lo que ahora sé?

Y si quieres llevarlo un paso más allá: vuelve a diseñarlo.
Intenta resolver el mismo encargo como si lo recibieras hoy. Si aún tienes el briefing original, utilízalo como base. Si no, analiza lo que crees que era el objetivo y reinterpreta la solución con tus herramientas actuales.

Verás cómo se activa una comparación natural entre quién eras entonces y quién eres hoy.
Este ejercicio no solo refuerza tu autoconfianza, sino que también pone en evidencia concreta cuánto has crecido como diseñador y pensador visual.


Acepta tu pasado y muevete al futuro


Cierra el archivo, abre la gratitud

Volver a tus diseños antiguos no tiene que ser incómodo. Puede ser una forma honesta y emocional de ver tu evolución. Porque crecer no es olvidar lo que fuiste, sino entender que esa versión de ti… también era valiente.

Así que la próxima vez que encuentres uno de esos archivos que casi borras, míralo como lo harías con una carta escrita por tu yo de antes: con cariño, con gratitud y con una sonrisa.

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